Tomar medicamentos antiácidos  ¿es peligroso?

Podría ahorrarte la lectura del artículo comenzándolo así: “cuantos más antiácidos tomes peor estará tu estómago”. Los menos curiosos se quedarán con esto y no querrán saber el por qué.

Para los más curiosos te diré que hay dos lugares en el cuerpo humano donde un ambiente fuertemente ácido funciona como una medida de protección.

Uno es el estómago,  y el otro la vagina. Estos dos lugares tienen fuertes niveles ácidos, su pH oscila entre 1,5 y 3,0 y su función principal es matar a las bacterias invasoras.

Tanto si te estás bañando, como practicando sexo, entran bacterias en la vagina y se producen ácidos muy fuertes por los lactobacilos vaginales que matan a las bacterias invasoras.

Las bacterias también entran en el estómago cuando comes (entre 300 y 400 billones de bacterias en cada comida) y son los fuertes ácidos gástricos los que matan a la mayoría de esas bacterias.

¿Qué sucede entonces cuando tomas medicamentos antiácidos?

Comúnmente cuando un ácido estomacal, que es indispensable para proteger el cuerpo, se suprime con medicamentos, las bacterias con fuertes toxinas cruzan el estómago y pasan a los intestinos, donde pueden causar diarrea y otras enfermedades.

Si la secreción de ácidos gástricos se suprime, la secreción de pepsina y ácido clorhídrico que activan las enzimas digestivas, también se suprime, y ello da como resultado una indigestión. Más aún, una cantidad insuficiente de ácidos gástricos hace más difícil absorber el hierro y los minerales como el calcio y el magnesio.

Es por esto que las personas sometidas a una gastrectomía por úlceras gástricas o cáncer en el estómago siempre son anémicas, porque  ya no secretan ácidos gástricos y son incapaces de absorber el  hierro.

Es más, al suprimir los ácidos gástricos se destruye el equilibrio bacterial en el intestino, debilitando  el sistema inmunológico.

En el intestino hay bacterias buenas como el Lactobacillus bifidus o bifidobacterias y bacterias malas como la bacteria de Welsh.

Sin embargo, la mayoría de bacterias en el intestino, no son ni buenas ni malas sino bacterias intermedias. Estas bacterias intermedias tienen propiedades únicas, de forma que si el número de bacterias buenas en el intestino se multiplica, las bacterias intermedias se vuelven buenas; si por el contrario, el número de bacterias malas se multiplica, las bacterias intermedias se vuelven malas.  Como se pude ver, las bacterias intermedias mueven el equilibrio entre las bacterias buenas y malas y es ese equilibrio el que determina la salud general del ambiente intestinal.

Si la secreción de ácidos gástricos es insuficiente, las enzimas digestivas no se pueden activar y ello da como resultado que los alimentos sin digerir avancen hacia los intestinos. Los alimentos que debían haber sido inicialmente digeridos y absorbidos por el intestino, permanecen sin alterarse en el colon.

La temperatura dentro del colon humano es de 37ºC y en esas condiciones la comida sin digerir se descompone y se produce una fermentación anormal. Como resultado, el número de bacterias malas se multiplica anormalmente en el colon debilitando a su vez el sistema inmunológico.

De esta manera, cuantos más antiácidos tomes, más daño generarás a tu cuerpo.

Entendiendo la acidez

Para evitar este daño necesitas prevenir la acidez o la sensación de distensión abdominal que te hacen tomar antiácidos. Si entiendes la causa de la acidez o la distensión, puedes evitarlas con un poco de precaución.

La acidez se da cuando los ácidos gástricos fluyen hacia el esófago, que es susceptible a los ácidos porque tiene un ambiente típicamente alcalino. Por lo tanto, cuando los ácidos gástricos suben por el esófago, la gente inconscientemente traga saliva alcalina, y lava así el ácido gástrico que ascendió. Sin embargo, cuando comes de más o estás indigesto, haciendo que el ácido suba y sea difícil que la saliva lo lave, el resultado son ulceraciones similares a arañazos, llamadas erosiones esofágicas.

Ante esta situación, si los ácidos gástricos fluyen al esófago, es como si tallaramos con alcohol una herida, generando síntomas de dolor o incomodidad comúnmente llamados  acidez.

¿Qué hacer para prevenir la acidez?

Evidentemente, el alivio que sientes después de tomar antiácidos se debe a que la secreción de ácidos gástricos ha desaparecido.

En otras palabras, para suprimir la acidez todo lo que tienes que hacer es evitar el flujo del contenido del estómago al esófago y para lograrlo debes comer y beber con moderación y evitar el tabaco, el alcohol y el café.

Otra cosa importante es cenar cuatro o cinco horas antes de acostarte para que tu estómago esté vacío antes de irte a dormir.

En la mucosa estomacal hay pequeñas proyecciones llamadas vellos, que secretan ácidos gástricos. Sin embargo, si uno continua tomando antiácidos  para suprimir la secreción de ácidos gástricos, los vellos se hacen cada vez más cortos, con lo que se debilita su función. Esto se conoce como atrofia de la mucosa. Al avanzar la atrofia de la mucosa, la mucosa gástrica se adelgaza, causando inflamación: la gastritis atrófica.

La infección por Helicobacter pylori

Los estómagos con gastritis atrófica fácilmente se vuelven un caldo de cultivo para el Helicobacter pylori (H. pylon/H. pylori) y otras clases de bacteria que empeoran consistentemente la inflamación del estómago y, al final, pueden generar cáncer.

La infección por Helicobacter pylori es común en Estados Unidos y los individuos infectados tienen de dos a seis veces más riesgo de desarrollar cáncer de estómago. El Helicobacter pylori se puede ocultar en las células mucosas o dentro del moco que protege la mucosa gástrica de los ácidos gástricos. Dado que el Helicobacter pylori se contrae por vía oral, la velocidad de infección aumenta con la edad y se estima que la incidencia de infección en personas mayores de 50 años es del 50 por ciento. Infectarse con Helicobacter pylori no siempre conduce al cáncer estomacal, pero para que no se multiplique es mejor evitar en lo posible los medicamentos estomacales, incluidos los antiácidos.

Fuente: La enzima prodigiosa de Hiromi Shinya cirujano precursor de la cirugía colonoscópica.



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